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El tradicional whisky de arroz es un ingrediente importante en todo Laos. Ya sea en ceremonias o simplemente en la vida cotidiana, esta bebida de lujo de alta graduación no puede faltar en ningún lugar. Cerca de Luang Prabang tiene la oportunidad de visitar la llamada Aldea del Whisky y abastécete tú mismo de unas cuantas botellas de Lao Lao.
Ya es tarde cuando llegamos a Ban Xang Hai, a 25 kilómetros. Si alquila una scooter, tenga cuidado porque las carreteras están en parte en mal estado. El pequeño pueblo está situado fuera de la carretera principal, a orillas del Mekong. Cuando llegamos, los niños están jugando en el campo de fútbol, pero por lo demás no hay mucho que hacer en Whisky Village, porque las multitudes de turistas hace tiempo que se han ido.
Ya la primera casita del pueblo ofrece una gran selección de diferentes botellas de Lao Lao, que significa alcohol de Laos. Sin embargo, una inspección más detenida nos pone los pelos de punta, porque cada frasco contiene un animal muerto diferente. Ya sean lagartos, serpientes o escorpiones, los animales no tienen nada que hacer ahí dentro. Pero se cree que aumentan la virilidad, además de ser un reclamo para los turistas.
Rechazamos con gratitud el licor con una graduación de alrededor del 40 %, porque estamos en el pueblo por un motivo completamente distinto. Ban Xang Hai también es conocido como un pueblo de tejedores, donde los lugareños fabrican hermosas telas de seda laosiana. Las coloridas telas hechas a mano se alinean a lo largo de la estrecha callejuela. Las mujeres se sientan sonrientes ante sus telares y los niños te saludan amistosamente. Como somos los únicos turistas del pueblo, todo el mundo intenta vender sus mercancías, así que al cabo de un rato nos sentimos un poco apurados y obligados a comprar.
En cada puesto miramos las preciosas telas, algunas bordadas a mano. Por desgracia, no tenemos espacio suficiente porque nuestras mochilas ya pesan bastante sin recuerdos. Sin embargo, si busca algo único, no dude en acercarse al pueblo de tejedores Ban Xang Hai. Los precios son más que justos y siguen siendo una ganga en comparación con Alemania.
Sin embargo, no hay mucho que ver de whisky, sólo dos puestos ofrecen el licor. Por lo demás, todo gira en torno a las sedosas telas. Sin duda, el pueblo merece un pequeño desvío. Por supuesto, no podemos resistirnos y volvemos a la carretera con un pequeño recuerdo. Conducimos hacia la puesta de sol y dejamos atrás Luang Prabang. Vang Vieng es nuestro próximo destino.
