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Después de explorar The Lost Waterfalls, otra caminata estaba en la agenda. La Piedra de Lino, un sendero corto pero intenso en las afueras de Bajo Boquete, que ofrece una gran vista de la ciudad y del paisaje montañoso de la zona. La cima es también un destino popular para los lugareños. Sin embargo, aquí también tuvimos ligeras dificultades para encontrar la entrada. Para que no te pase lo mismo, hemos marcado la entrada en nuestro mapa.
Salimos de nuevo con nuestro coche de alquiler hacia el punto de partida de la excursión. En general, preferimos el transporte público en nuestros viajes, pero como sólo hemos tenido tres semanas para nuestros viajes hasta ahora, teníamos que ir de A a B rápidamente, de ahí el coche. Al igual que con The Lost Waterfalls, la búsqueda del inicio de la excursión resultó ser relativamente complicada. Tras varias paradas y numerosas indicaciones de los lugareños, por fin encontramos lo que buscábamos. Un cartel al borde de la carretera con la inscripción "SENDERO LA PIEDRA DE LINO" señala el inicio de la excursión. Aquí se sigue el camino de tierra, a cuya derecha hay un gallinero vallado.
Las indicaciones son relativamente sencillas. Sólo tienes que seguir el camino, en realidad no hay ningún desvío en el que puedas equivocarte. Pero éste es todo un reto. La distancia es relativamente corta (aproximadamente 1,3 km), pero en este corto tramo hay que superar más de 400 metros de altitud. Ambos tuvimos que esforzarnos mientras tanto, porque una vez pasada la cabaña solitaria, ver foto, encima se pone resbaladizo. Por este motivo, hay que seguir la lista de equipaje y llevar botas de montaña. Después de la cabaña, se llega a un jardín donde hay plantadas varias flores y plantas útiles. Cuando caminamos por el jardín, el granjero estaba trabajando y cosechando. Así que hay que tener mucho cuidado al pisar.
Durante todo el camino hasta la cima, tienes una vista impresionante de la zona, y una vez que llegas a la cima, puedes ver los alrededores de Bajo Boquete en una panorámica de 360°. En cuanto subíamos a un pico en Panamá, siempre había un arco iris a lo lejos, lo que por supuesto daba a las caminatas y a la cima un encanto muy especial. Tras la excursión, llegó la hora de despedirnos y dirigirnos a la siguiente parada de nuestro viaje. De camino a Santa Catalina, ¡tuvimos que hacer un pequeño desvío en Los Cangilones de Gualaca!